LA MALLA

septiembre 18, 2020


VOLVER

marzo 1, 2020

Después de muchos años decido regresar a Montevideo en la mejor época del año, Carnaval. Allí entre murgas, lubolos, tamboriles y humoristas pasé unos cuantos días recordando viejos tiempos y sintiéndome un montevideano más.

El carnaval montevideano es diferente a todos los demás, no solamente por ser el más largo del mundo sino también por ser esperado y vivido en cada una de las actuaciones de los participantes en los escenarios esparcidos por toda la ciudad.

Pero a parte de eso lo que realmente me llenó de alegría fue el visitar nuevamente aquellos lugares que en tiempos ya lejanos formaron parte de lo cotidiano de mi vida. Calles, plazas, lugares de reunión con los amigos de entonces, viejos bares, restaurantes que siguen en pie a pesar del paso de los años, comercios míticos y clubes de barrio en los cuales practicaba deporte entre semana y en los que bailaba llegadas las fechas de festejos populares.

Frente a cada uno de esos lugares recordaba sucesos y anécdotas que me hacían regresar al pasado, momentos en los que las preocupaciones no existían y la vida parecía que nunca llegaría a convertirme en lo que hoy soy, un jubilado.

Los días pasaron rápidos y el viaje de regreso me hizo volver a la realidad. Un moderno avión me devolvió a España, el lugar en el que nací y en el que espero acabar mis días, pero llevando dentro mío un montón de recuerdos revividos que ya no saldrán de mi mente y menos del corazón.

Y ahora, mientras escribo esta experiencia para contarles a ustedes me pongo a pensar si la felicidad no estaba del otro lado, en aquellos años montevideanos en los que la juventud y las despreocupaciones lo coloreaban todo en tonos suaves para que el futuro lo imaginara perfecto y único.

No se cuando regresaré a Montevideo, ni si podré regresar algún día, pero aconsejo a todos aquellos que vivieron el lugares que hoy les son distantes que desanden lo andado y disfruten de volver a pisar la tierra que un día les acogió, seguramente ella también les estará agradecida al volver a sentir los pasos de alguien que formó parte de su historia.

——————————————————————————–ROBERTO GONZALEZ RODRIGUEZ


A RAPA DAS BESTAS

enero 16, 2020


LA VIRGEN DEL CARMEN PATRONA DE LA GENTE DEL MAR

julio 16, 2019

En toda la costa gallega se festeja cada año el día de la Santa patrona de los marineros, La Virgen del Carmen. Cada localidad lo hace según su tradición, pero todos con la misma fe y además teniendo siempre presentes a todos aquellos que la mar no dejó regresar a casa.

Desde aquí nuestro recuerdo y sentimiento para toda esa gente que cada día se enfrenta al infinito océnao y siempre piensa en volver.

 

La Virgen del Carmen, patrona de la gente del mar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


HISTORIA DE UN AFILADOR ARGENTINO

marzo 18, 2018


ACCIDENTE LABORAL DE UN ALBAÑIL GALLEGO (un poco de humor)

octubre 2, 2017


ULTIMO DESEO

noviembre 17, 2016

Hace unos años, cuando mi madre murió, en el momento de ir a ala funeraria, en Barcelona y de contratar los servicios pertinentes para el entierro, me llamó la atención la pregunta que me hizo la señorita que me atendía: “¿Su madre era gallega verdad?” al contestarle afirmativamente continuó preguntando: “¿Y como es que no la llevan a enterrar a Galicia?” A quedarme callado sin saber que contestar fue ella la que continuó hablando: “Se lo comento porque casi todos los gallegos quieren ser enterrados en su tierra y me llama la atención que usted no pida el traslado al pueblo”.

Mire señorita, mi madre era gallega y muy gallega, pero de eso nunca nos dijo nada y para que no hablemos más del asunto sepa usted que nuestro propósito es el de incinerarla y luego si así lo decidimos los familiares llevaremos sus cenizas para Galicia, o no”.

Luego de un largo silencio se limitó a comentar en voz baja: “Perdone si le he molestado pero como usted comprenderá tengo la obligación de ofrecerle los servicios pertinentes de la empresa para el traslado….En una palabra nos incitan a ofrecer a los gallegos la opción del entierro en su patria”.

Desde entonces he pensado que quizás los gallegos seamos los más interesados de que una vez muertos se nos entierre en tierras gallegas. Y me pregunto el porqué. A lo mejor es por morriña o por el deseo incumplido del regreso…a lo mejor quizás lo llevamos en los genes sin saberlo.

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Cada año hay en Galicia cientos de entierros de gente muerta en distintos lugares del país y del mundo. Desde los más recónditos lugares los hijos trasladan a sus padres al cementerio parroquial en el que reposan los antepasados, por deseo explícito del fallecido. Eso es una cosa tan común que en nuestra tierra ya se tiene como habitual.

La gente acude a los entierros como a un rito, sin conocer muchas veces al difunto, simplemente porque era pariente de alguien o porque llevaba muchos años fuera y llegado el triste momento pidió que se le trasladara al pueblo.

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¿Que nos habrá dado esta tierra para quererla tanto? ¿Será acaso la sangre celta o el embrujo de las meigas que nos hace querer regresar aún tras la muerte? Sinceramente no lo se, porque si lo miramos fríamente esta, nuestra patria, solo nos dio una oportunidad, la de emprender el camino para ganarnos la vida lejos, para escapar de la miseria y el hambre, de la pobreza y el desamparo institucional.

Pero, cual perro que lame a su amo después de una paliza, los gallegos vivimos pensando en nuestra tierra , la queremos, respetamos y deseamos regresar a su lado como si ella fuese la mejor madre del mundo. Nuestro amor por Galicia es incondicional, fiel y eterno , como deben de ser los amores de verdad, los que duran toda la vida o a lo mejor eternamente.

Alguien debería estudiar este tipo de amor… podríamos llamarle “amor galaico”. El nombre ya lo tenemos, ahora solo falta quien se interese y tenga tiempo para meterse dentro de nuestra psiquis colectiva.


ABRAMOS LAS PUERTAS

octubre 18, 2016

A los gallegos, por lo general, nos cuesta mucho demostrar los sentimientos y más aún delante de terceras personas.

Pero aunque eso nos haga parecer más fuertes, muy dentro de nosotros nos sentimos frágiles y débiles, precisamente por no saber o no querer demostrar lo que llevamos dentro.

Es justamente por eso que existe la “morriña”, sentimiento puramente gallego al que nadie que no porte nuestra sangre es capaz de entender y menos de experimentar.

Por eso nuestras lágrimas a escondidas o en la oscuridad de la habitación al recordar a los seres queridos que tanto añoramos y no están a nuestro lado.

Por eso nuestras ganas, siempre a flor de piel, de regresa al pueblo y sentirnos parte de él al pisarlo, olerlo, tocarlo, respirarlo….

A lo mejor eso es precisamente lo que nos hace sentimentalmente diferentes a muchos otros, el no saber sacar hacia afuera todo lo que llevamos dentro. Quizás eso forme parte de lo que nos hace ser gallegos.

Sigamos siendo gallegos como siempre, pero hagámoslo demostrando a los que nos rodean todo eso que sentimos. Abramos las puertas de nuestro corazón, demostremos que somos capaces de ser sentimentales y fuertes a la vez. Haciéndolo seguramente nos hará ser más felices y también nos hará mucho bien.

———————————————————————————————————    ROBERTO GONZALEZ

Nuestra música si que es puro sentimiento!!

Nuestra música si que es puro sentimiento!!


COSAS NUEVAS

abril 15, 2016

En las grandes olas emigratorias gallegas, la mayoría de gentes eran, como ya todos bien sabemos, del entorno rural. Debido a la deprimente situación económica de Galicia y el reparto de las tierras entre los herederos el minifundismo acabó por deteriorar aún más la ya mala situación social.

Aunque la gente que emigraba no era de una cultura alta casi todos sabían lo principal, o sea, leer y escribir, así como hacer los cálculos básicos, pero el aislamiento hacía que del mundo exterior solamente se supiese algo por los familiares, amigos o vecinos que desde la distancia daban noticias del entorno en que estaban viviendo, muchas veces inexactas.

Así era que nada más salir de las aldeas las experiencias nuevas y lo desconocido se dieran de frente con aquellas buenas gentes del campo. Casi todos a lo largo de los años quedaron marcados por alguna de esas experiencias y solamente cuando se juntaban entre ellos sacaban a relucir a modo de anécdota o broma.

Una de esas cosas, quizás la de más impacto para la mayoría, era el ver a la primera persona de color negro. Esa visión o encuentro siempre fueron de los más repetidos entre los gallegos por la simple razón de que eran muy pocos los que a lo largo de su vida habían visto con anterioridad a nadie de color.

La primera vez que vi a un negro, me lo quedé mirando tan fijamente y con los ojos tan abiertos que acercándose a mi me preguntó si me pasaba algo” Decía un paisano de Lugo. “ Pues yo me asusté cuando los escuchaba hablar porque pensaba que no hablaban y solo sabían hacer ruido como los monos” Dijo otro. “No podía dejar de mirarles el cuello de la camisa porque pensaba que desteñían” Comentaba siempre mi tía Dorinda. “A mí me parecía raro que cantaran y bailaran como los demás, porque siempre pensaba que solo sabían trabajar”. Contaba un compañero que era de Verín….

Los africanos llegaron a América como esclavos, pero con ellos llevaron tambien sus costumbre y su cultura que hoy forman parte de todo ese continente.

Los africanos llegaron a América como esclavos, pero con ellos llevaron tambien sus costumbre y su cultura que hoy forman parte de todo ese continente.

El primer negro que vi yo fue en el puerto de Santos, donde hizo escala el barco. Recuerdo que mi madre y yo estábamos en la barandilla de cubierta mirando el movimiento de gente y mi madre me cogió fuerte contra sí y dijo en mi oído “¡Neno, mira pra baixo, que alí ven un home negro!” Yo miraba y remiraba pero no lo podía ver, pero de repente escuché un grito que llamaba la atención diciendo: “¡LIMOADA!” y entonces lo vi. Caminaba entre los pasajeros y trabajadores portuarios con un recipiente a sus espaldas ofreciéndoles la limonada fresca que dada la temperatura del lugar era el mejor de los refrescos.

Durante un buen rato le seguí con la mirada, pero a penas pude verle bien porque entre la lejanía y el barullo eso era imposible. No fue hasta nuestra llegada a Montevideo que vi uno “de verdad” y sinceramente no me pareció nada del otro mundo. Días mas tarde al incorporarme a la escuela fui compañero de clase durante tres años de un niño de color negro que se llamaba Pereira de apellido, fuimos buenos amigos y disfrutamos muchas horas de patio y partidos de futbol a la hora del recreo.

Quizás haya muchas otras cosas que impactaron a los emigrantes gallegos, la comida, las costumbres, las gentes de otros lugares del mundo conviviendo en un mismo espacio, el mate, etc. etc. Pero como la de ver a la primera persona negra creo que ninguna impactó tanto a los galleguiños de aldea.


REFEXION

septiembre 3, 2015

La emigración es una consecuencia directa de la economía, de la desigualdad social y de los nulos intereses políticos en mejorar la situación de la gran mayoría de habitantes de un país.

Mientras las minorías acomodadas de la sociedad traten de seguir manteniendo su estatus a costa de lo que sea, sin mirar las consecuencias que para el resto de la gente eso trae, mejor dicho mirando para otro lado o haciendo la vista gorda, dejando los sentimientos a un lado, la cosa no tiene miras de mejoría a corto plazo.

Todos los países que fuimos fábrica de emigrantes y en los que la economía estuvo hecha trizas durante largos años seguimos conservando a aquellas familias pudientes que no supieron en ningún momento lo que era la miseria y menos aún el hambre.

Hoy algunas de esas familias son las que rigen la economía y el gobierno de esos países que ellos mismos destrozaron un día y de los que piensan seguir subsistiendo por muchas generaciones más, cueste lo que cueste.

Las guerras son siempre causa de emigración, casi siempre por miedo a perder la vida, porque lo económico deja de ser importante en esos casos y la salvación es la única meta a seguir.

Hoy seguimos viendo por la televisión a esas personas que lo dejan todo atrás para poder “vivir” en paz y poder llevarse un trozo de pan a la boca. Nosotros que también pasamos por esas circunstancias nos convertimos en simples espectadores del telediario y pensamos de manera egoísta que eso no nos incumbe, que nos es lejano y que nada podemos hacer por solucionarlo.

No hay mayor ciego que el que no quiere ver, y eso nos está pasando, no queremos ver, nos negamos a sentir y a tratar de presionar a las potencias mundiales a que acaben con estas guerras fraticidas e inhumanas que son simplemente una forma de hacer dinero y aumentar el poder.

Estas gentes no son “emigrantes” al uso, son desesperados que creen que nuestra sociedad, avanzada y humana, les puede ayudar a vivir unos cuantos años más en paz. Pero los que nos creemos reyes de la democracia y ejemplo para el resto del mundo, somos simplemente seres humanos que piensan en lo suyo y nada más.

Desde este modesto lugar hacemos un llamamiento a quienes gobiernan los países occidentales a que de una vez por todas pongan solución a las injusticias sembradas por el mundo que son nada más ni nada menos que semillas un día plantadas y que hoy germinan y crecen sin control.